Las Constituciones de 1982 (extractos)

Las constituciones de 1982 se redactaron tras una amplia consulta a todas las RSCJ del mundo. Son el fruto de una profundización de la espiritualidad de Sofía Barat a la luz del Evangelio y una respuesta a las llamadas de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II.

La glorificación del "corazón manso y humilde de Jesús" está siempre en el centro del carisma de las RSCJ, pero se expresa en términos nuevos: "Por nuestro carisma, estamos consagrados a glorificar el Corazón de Jesús: respondemos a la llamada a descubrirlo y a manifestar su amor dejándonos transformar por el Espíritu para vivir en unión y conformidad con el Señor e irradiar con nuestro amor y servicio la misma caridad de su corazón." (C. 82, artículo 4)

Teniendo en cuenta las necesidades que han surgido en los últimos años, la misión hace más hincapié en el sentido de la Iglesia, el sentido de la responsabilidad personal, la formación continua, la internacionalidad, el sentido educativo, la preferencia por los pobres y la oración y el discernimiento.

"En la educación y la formación, en otras actividades de desarrollo humano y de promoción de la justicia, en la atención pastoral y el acompañamiento de la fe.... Dondequiera que seamos enviados, cualesquiera que sean nuestras tareas, todas ellas estarán animadas por el amor del Corazón de Jesús y el deseo de darlo a conocer, expresado en la preocupación por el crecimiento integral de la persona; la sed de construir un mundo de justicia y de paz, en respuesta al clamor de los pobres; la pasión por anunciar el Evangelio." (C. 82, sección 13)

Los cambios más importantes se refieren al Gobierno de la Corporación. Antes ordenado al Superior General, ahora destaca la riqueza de experiencias y culturas locales o provinciales, dependientes de la casa madre para garantizar la unidad.

En cuanto a la educación, sigue siendo el medio privilegiado para descubrir y manifestar el Corazón de Jesús, pero se entiende en un sentido más amplio como"el camino para hacer crecer a la persona en su dignidad humana y como hijo de Dios". (C. 82, artículos 7, 8, 11 y 30)

Ilustración de Regina Shin, RSCJ